Una nota irónica, publicada en la página 5 del periódico español El Sol, 23 de mayo 1922 donde habla de la detención de Alexander Alekhine por sospecha de pertenecer al partido Bolchevique.
Alekhine, el famoso ajedrecista ruso, está detenido en la
frontera. La nacionalidad del jugador ha despertado las
sospechas de nuestra Policía, tan cándida unas veces como
recelosa cuando no hace falta. Hasta hay periódico que
atribuye a Alekhine una gran importancia dentro del
partido sovietista. No se puede negar que, en efecto, Alekhine
ejerce una profesión eminentemente bolchevista: todos
los días destrona uno o varios reyes, si bien la Policía debiera
considerar que defiende muy bien lo suyo. Pero teme, al
parecer, la propaganda que el ruso, "empujando madera",
como dicen los franceses, pudiera hacer entre los pacíficos
socios del Casino de Madrid que le habían contratado para
una conferencia y doce patidas "a la ciega". Más lógico
parecía la prohibición impuesta por la Policía a un hipnotizador
extranjero, suspecto también de bolchevismo; al menos éste podría
propagar la abominable doctrina por "sugestión".
Nos recuerda este caso lo que aconteció en 1917 a otro ajedrecista
que sostenía con un extranjero una partida por
correspondencia en tarjetas postales. La notación jeroglífica de
las jugadas llamó la atención de la Policía, y el ajedrecista hubo
de explicar a su gorbenador civil todo un curso de ajedrez.
Hace tres días que Alekhine esta detenido en la frontera,
considerado como un gran peligro para el anden social.
Suponemos que, cansado, un día dará un salto de Caballo -Ya es
sabido: dos casillas en línea recta y una en diagonal-
y caerá en la provincia de Zaragoza; y si el Sr. Millán de Priego
envía contra él la mesnada de sus peones, se los irá "comiendo
al paso" y se "enrocará" en cualquier "Torre" de un castillo castellano.
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