Cualquiera, cuando se emborracha, ve de pronto
claro. Se da cuenta de que la vida es una farsa, un tango, de que estamos en un
valle de lágrimas que no tiene sentido. Eso lo ve claro el ajedrecista, porque
va más allá que el común de los mortales. Para esos grandes espíritus, la
tentación de la locura se encuentra, pues, a la vuelta de la esquina. Steinitz
además de jugar contra Dios, afirmaba poder telefonear sin teléfono. Alekhine
orinaba por el suelo durante las partidas. Nimzowitsch hacía, cuando jugaba,
movimientos muy espectaculares de gimnasia.
El maestro y doctor americano Reuben Fine
aseguró que solo tres campeones del mundo fueron "normales". Horphy
era paranoico. Capablanca, gran ajedrecista cubano, era terriblemente
megalómano. Lasker murió masoquista...
S.: ¿Por qué los grandes ajedrecistas no pueden
adaptarse a la sociedad?
F.A.: Porque la sociedad no los acepta. Un gran
ajedrecista posee ciertas cualidades: una gran memoria, un don para las
matemáticas, una gran capacidad de concentración. ¿Cómo quiere Ud. que la
sociedad acepte que un ser con tales cualidades pase su vida, como decía
Breton, empujando piezas de madera?
El mismo Breton me confesó varias veces que no
entendía cómo Duchamp, que era un gran creador, pasaba su vida ante un tablero
de ajedrez. Todos se preguntan ¿para qué? Y es verdad que un ajedrecista puede
esperar, en el mejor de los casos, tener algunas líneas en un periódico.
El jugador de ajedrez sabe que si hace una
partida excepcional sólo dos o tres mil personas la apreciarán a través del
mundo. En el fondo, el ajedrecista es un marginal. Muchos grandes maestros han
muerto en la miseria más absoluta. Los demás son prácticamente ignorados. ¿Sabe
Ud., por ejemplo, quién ganó el campeonato de ajedrez en Colombia?
S.: ¿Cómo analiza Ud., globalmente, el actual
campeonato mundial de ajedrez?
F.A.: Todos los campeonatos del mundo, desde
hace 60 años, han tenido como resultado 6-3, 6-4 inclusive con el fenómeno
Fischer. Este va a terminar 6-0. Es algo así como si el Ecuador le ganara un
partido de fútbol a Argentina por 28-0. Es imposible. Varios indicios me hacen
pensar que las autoridades han tomado posición en favor de Karpov.
S.: ¿Cuál sería su interés si, de todas maneras,
el título se quedara en la Unión Soviética?
F.A.: Spassky dice que hay un iceberg del cual
no conocemos sino la parte visible. Es verdad que Kasparov pertenece al sistema
soviético. Pero Karpov es verdaderamente ruso, no es judío, está situado más
alto dentro de la nomenclatura y es presidente de la sección soviética de la
"Amistad entre los pueblos". Sabemos que Kasparov es díscolo y que ha
hecho declaraciones que son inaceptables para las autoridades. No de tipo
político. Ha dicho, simplemente, que Fischer es el mejor jugador vivo del siglo
XX. Sabemos igualmente, que Kasparov tenía un equipo de tres asistentes. Y Ud.
sabe hasta qué punto el equipo es importante para un ajedrecista. El primero de
ellos fue enviado a Afganistán. El tercero, reemplazado.
S.: ¿Son indicios pero no hay pruebas de que el
campeonato esté, como Ud. dice, "trucado"?
F.A.: En realidad, no conocemos lo que está
pasando y para asegurarse de que no podamos saberlo, las autoridades han
impedido la entrada de periodistas especializados en ajedrez. Es un campeonato
muy misterioso.
S.: El campeonato mundial no suscita, en todo
caso, el mismo entusiasmo que en la época de Fischer Spassky. ¿Cómo lo explica Ud.?
F.A.: Todo ha cambiado desde que Fischer está
ausente. Muchos consideran ese extraordinario campeón como un jugador sin
porvenir. Olvidan que Steinitz fue campeón mundial hasta los 58 años y Alekhine
hasta los 54. Fischer no tiene sino 41 años y sigue jugando con grandes
maestros como el argentino Quintero. De hecho, el mundo del ajedrez está frustrado
porque no está Fischer. Karpov es un gran, un formidable jugador. El reproduce,
con un talento único en el mundo, los diversos planos. Pero no conoce ni la
esencia ni la trama del juego. Es un jugador sin imaginación.
S.: ¿A qué atribuye Ud. el hecho de que la Unión
Soviética haya sido, tradicionalmente, un país de ajedrecistas?
F.A.: La Unión Soviética, no, Rusia. Rusia ha
suministrado, en efecto -ahora menos-, algo así como 40 de los grandes
maestros. Pienso que la religiosidad del pueblo eslavo y del pueblo judío -la
mitad de los jugadores rusos son judíos- explican ese hecho.
Hoy el ajedrez es una de las raras actividades
que escapan a la censura. Muchos jugadores y jugadoras lo han utilizado para
salir y quedarse en los Estados Unidos, Canadá, Francia y Holanda. Ellos dicen
que les sirvió para liberarse. No sé si uno puede liberarse en este mundo pero,
en todo caso, les sirvió para salir de la Unión Soviética.
S.: Ud. evocó una de las posibles razones que
explican la diferencia que hay entre hombres y mujeres en ajedrez. ¿Hay otras?
F.A.: La explicación que doy siempre es de tipo
estadístico. Hay una diferencia abismal. Eso significa que la campeona mundial
no podría ser campeona de Colombia o de España, pues no se encuentra entre los
2000 mejores jugadores del mundo.
Creo que hay motivos de tipo sicológico. El
ajedrez significa jaque mate, "el rey está muerto". La escuela
freudiana pretende que el juego de ajedrez es ideal para celebrar la ceremonia
del complejo de Edipo. Matar al rey sería matar al padre. ¿Qué interés tendría
la mujer de matar a su padre? El ajedrez está cubierto, por otro lado, de
normas sexuales y fálicas que no le interesan a la mujer. ¿Sabe Ud., por
ejemplo, que en ajedrez no queremos tocar la pieza del rival y que decimos "pieza
tocada pieza jugada"? ¿Por qué no se la podría tocar? Y cuando lo haces
dices "J'adoube", como si fuera a tocarle su sexo. La tensión que hay
entre dos jugadores también es muy especial. Incomprensible, creo, para el
universo femenino.
S.: ¿Qué piensa Ud. del nivel del ajedrez en
Colombia?
F.A.: Colombia ha dado un paso excepcional en
ajedrez. Silva, Zapata, Castro, son jugadores de primer orden. Cuando se
analizan las partidas de los jugadores colombianos lo que llama la atención es
la chispa, el don la gracia. Son jugadores fantásticos en partidas rápidas.
Pero tengo la impresión de que han dejado de lado la preparación. Tendrían que
coger esta biblioteca y empollársela. Creo que tampoco tienen ayudas. No pienso
en el Estado, hablo de los industriales, de las universidades, etc... Así
podrían vivir -y estudiar- sin tener que realizar tantos torneos. Si tuvieran
un mecenazgo digno de Colombia, caluroso y dicharachero, los ajedrecistas
colombianos podrían ir más lejos.